sábado, 21 de noviembre de 2009

LA DANZA TERAPIA EFECTIVA EN PACIENTES CON TRASTORNOS DEPRESIVOS

innumerables estudios tomados de manos de especialistas, profesores de baile y pacientes intervenidos con la dosis de la práctica de la danza, han concertado en el grandioso beneficio que posee este arte como alternativa terapéutica. Para lo cual es indispensable conocer que la psicología clínica, considera que los trastornos mentales distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas.
Así como es de suma importancia enfatizar en el concepto de depresión, que se maneja desde su origen como:
Depresión (del latín depressus, que significa 'abatido', 'derribado') es un trastorno del ánimo que en términos coloquiales se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente. El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva: la tristeza patológica, el decaimiento, la irritabilidad o un trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida.
Aunque ése es el núcleo principal de síntomas, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático. En la mayor parte de los casos, el diagnóstico es clínico, aunque debe diferenciarse de cuadros de expresión parecida, como los trastornos de ansiedad. La persona aquejada de depresión puede no vivenciar tristeza, sino pérdida de interés e incapacidad para disfrutar las actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del transcurso del tiempo. Su origen es multifactorial, aunque hay que destacar factores desencadenantes tales como el estrés y sentimientos (derivados de una decepción sentimental, la contemplación o vivencia de un accidente, asesinato o tragedia, el trastorno por malas noticias, pena, y el haber atravesado una experiencia cercana a la muerte). También hay otros orígenes, como una elaboración inadecuada del duelo (por la muerte de un ser querido) o incluso el consumo de determinadas sustancias (abuso de alcohol o de otras sustancias tóxicas) y factores de predisposición como la genética o un condicionamiento educativo.
La depresión puede tener importantes consecuencias sociales y personales, desde la incapacidad laboral hasta el suicidio.
Las diferentes escuelas psiquiátricas han propuesto varios tratamientos para la depresión: la biopsiquiatría, a través de un enfoque farmacológico, avalado por los éxitos de las últimas generaciones de antidepresivos (abanderados por la fluoxetina, la "píldora de la felicidad" del siglo XX), la escuela psicoanalítica a través de procedimientos psicodinámicos, o la terapia cognitivo-conductual, a través de propuestas conductuales y cognitivas.
Conocida en sus inicios con el nombre de melancolía (del griego clásico "negro" y "bilis"), la depresión aparece descrita o referenciada en numerosos escritos y tratados médicos de la Antigüedad.
En 1725, el británico Sir Richard Blackmore rebautiza el cuadro con el término actual de depresión.[1] Hasta el nacimiento de la psiquiatría moderna, su origen y sus tratamientos alternan entre la magia y una terapia ambientalista de carácter empírico (dietas, paseos, música, etc.) pero, con el advenimiento de la biopsiquiatría y el despegue de la farmacología, pasa a convertirse en una enfermedad más, susceptible de tratamiento y de explicación bioquímica. Su alta prevalencia y su relación con la esfera emocional la han convertido, a lo largo de la historia, en frecuente recurso artístico e incluso en bandera de movimientos culturales como el romanticismo.
El origen de la depresión es complejo, ya que en su aparición influyen factores genéticos, biológicos y psicosociales. Hay evidencias de alteraciones de los neurotransmisores, citoquinas y hormonas que parecen modular o influir de forma importante sobre la aparición y el curso de la enfermedad.[2] [3] La psiconeuroinmunología ha evidenciado trastornos en el eje hipotálamo hipofisarioadrenal relacionados con las citoquinas, así como alteraciones inmunológicas asociadas a neurotransmisores en el trastorno depresivo mayor (por ejemplo, se reducen el número de transportadores de serotonina en linfocitos de sangre periférica de pacientes deprimidos).[4] Esto parece apuntar a una fuerte relación entre la serotonina y el sistema inmune en esta patología.
Sea hereditario o no, el trastorno depresivo severo se asocia a menudo con cambios en las estructuras o funciones cerebrales.
En los últimos años, la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden acarrear problemas mentales. Enfermedades tales como los accidentes cerebro vasculares, los ataques del corazón, el cáncer, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales pueden llevar a una enfermedad depresiva. La persona enferma y deprimida se siente apática y sin deseos de atender sus propias necesidades físicas, lo cual prolonga el periodo de recuperación. La pérdida de un ser querido, los problemas en una o en muchas de sus relaciones interpersonales, los problemas económicos o cualquier situación estresante en la vida (situaciones deseadas o no deseadas) también pueden precipitar un episodio depresivo.
Todos los estudios coinciden en que la prevalencia es casi el doble en la mujer que en el hombre, y que algunos factores estresantes vitales, como el nacimiento de un hijo, las crisis de pareja, el abuso de sustancias tóxicas (principalmente alcohol) o la presencia de una enfermedad orgánica crónica se asocian con un riesgo incrementado de desarrollar un trastorno depresivo mayor.
La presencia de algunos de los siguientes síntomas durante al menos dos semanas puede ser un indicador de la existencia de la depresión.
-Estado de ánimo triste, disfórico o irritable durante la mayor parte del día y durante la mayor parte de los días
-Anhedonia o disminución de la capacidad para disfrutar o mostrar interés y/o placer en las actividades habituales
-Disminución o aumento del peso o del apetito
-Insomnio o hipersomnio (es decir, dificultades para descansar, ya sea porque se duerme menos de lo que se acostumbraba o porque se duerme más.
-Enlentecimiento o agitación psicomotriz
-Astenia (sensación de debilidad física)
-Sentimientos recurrentes de inutilidad o culpa
-Disminución de la capacidad intelectual
-Pensamientos recurrentes de muerte o ideas suicidas
-Baja autoestima
-Ensimismamiento
-Pérdida de la capacidad de concentración
-Sentimiento recurrente de desánimo o desesperanza
Si se elabora el diagnóstico de depresión, el tratamiento con medicamentos o psicoterapia ayuda a que la persona deprimida recupere su capacidad para tener una vida feliz y satisfactoria. La investigación científica reciente indica que la psicoterapia breve (terapia a través de charlas que ayudan a la persona en sus relaciones cotidianas, y ayudan a aprender a combatir los pensamientos distorsionados negativamente que generalmente acompañan a la depresión) es efectiva para reducir a corto plazo los síntomas de esta enfermedad.
Actualmente el tratamiento de los trastornos mentales posee un enfoque integrativo y multidisciplinar, en el que participan psicólogos y psiquiatras, educadores sociales, enfermeros psiquiátricos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales y otros profesionales. Cada tratamiento integra, dependiendo del caso, la administración de psicofármacos como métodos paliativo de los síntomas más pronunciados, para así dar paso a un proceso de intervención psicológica para atender los orígenes y manifestaciones del trastorno y así generar un estado de bienestar más sólido, efectivo y permanente en las personas que sufren de esta enfermedad.
Existen alternativas para combatir la depresion tales como:
Fijarte metas reales a corto plazo.
Comunicarte con personas optimistas y estimulantes.
Realizar poco a poco actividades recreativas, sociales y hasta religiosas.
Buscar apoyo emocional.
Practicar ejercicios físicos aeróbicos.
Buscar ambientes positivos.
Ampliar la cultura personal.
Asistir a cursos.
Elaborar trabajos manuales.
No o alvidar recuperar aquellas motivaciones que realmente ayudan a vivir.
A esta lista de posibilidades se suma la exitosa formula de practicar la danza como alternativa terapéutica. La danzoterapia que usa el movimiento corporal, como una herramienta para obtener un estado saludable de la mente y el cuerpo. La danza terapeuta crea un estado de bienestar integral,(emocional, físico y mental), que ayuda a mantener al ser humano en un equilibrio constante. Es una terapia psicocorporal que favorece la exteriorización de sentimientos y sensaciones. La técnica se aplica dependiendo de la persona a la que esté dirigida, es decir que no es igual para un niño, un adolescente o una mujer la danzoterapia facilita la comunicación abierta de todo lo que se siente, reduciendo la ansiedad y la posible distorsión de la realidad que se vive de la misma forma que ayuda a incrementar la autoestima, la creatividad y la productividad.
La danzoterapia es un método efectivo, rápido y accesible para todo aquel que desee estar mejor.A través de esta técnica se pueden superar inseguridades, angustias, miedos, fobias o cualquier problema personal. Y también favorece en el mejoramiento del funcionamiento de sistemas como la familia y la pareja. La practica del movimiento rítmico ha resultado importante para el restablecimiento de los cuadros depresivos. El baile por su parte genera endorfinas, también llamadas hormonas de la felicidad y por supuesto regula la producción de estímulos adrenegicos, que son los responsables directos de los trastornos internos.
En la danza juega un papel primordial el ritmo de la música y y la emoción de lo que se desea trasmitir, esto hace la diferencia con otras actividades.
Los profesores de danza especializados en este tema, actuan socialmente de manera destaca y exitosa.
tomado de diversas fuentes investigativas.